Extracciones de dientes
Nos gusta pensar que nuestros dientes durarán toda la vida. Tal vez sí, pero a veces tenemos que sacar un diente. Tus dientes te ayudan a comer e incluso definen la forma de tu cara, por lo que es comprensible que no deseemos las extracciones dentales.
Las limpiezas y exámenes regulares ayudarán a mantener tus dientes sanos, pero tu dentista podría recomendar sacar un diente debido a:
Caries o infección severa
Enfermedad periodontal avanzada (de las encías)
Un diente roto de manera que no se puede reparar con un empaste o una corona
Apiñamiento—frecuentemente para prepararte para frenillos
Muelas del juicio impactadas
¿Qué pasa durante una extracción?
Tu dentista puede extraer tu diente rápida y sin dolor manteniéndote cómodo. Te dará un anestésico local que adormece el área alrededor del diente que será extraído o un anestésico general que te hará dormir. La elección depende de la condición y la ubicación del diente involucrado y tu tolerancia al procedimiento.
Si el diente ha crecido recto, el dentista puede removerlo rápidamente. Si el diente está muy deteriorado, impactado o debajo de la línea de las encías, tu dentista cortará la encía para llegar al diente. A veces, hay que cortar hueso o tejido, o el diente puede necesitar ser cortado y removido en pedazos. Para extracciones más complicadas, el dentista podría necesitar usar puntos de sutura.
Después del procedimiento
Después de la extracción, tu boca puede estar adolorida e inflamada por unos días. Estarás en una dieta de alimentos blandos como yogur, helado, gelatina saborizada, etc. Medicamentos para el dolor de venta libre o recetados pueden aliviar la incomodidad, y una bolsa de hielo puede reducir la inflamación. Tomar medicamentos para el dolor antes de que el anestésico se desvanezca a menudo es útil para prevenir que el dolor comience.
A veces, sacar dientes es necesario para mejorar tu salud dental o física, pero la pérdida no tiene que ser permanente a menos que el diente extraído sea una muela del juicio o se quite para prepararse para frenillos. Tu dentista ofrecerá algunas opciones para reemplazar tu diente y que vuelvas a sonreír.